Como hablarle a una persona con dificultades sensoriales


Recordemos que todos los niños con dificultades y trastornos de distintos tipos tienen algún grado de desorden en la integración sensorial, lo que les dificulta el aprendizaje y la comprensión.
Así como es importante leerlo, reconocer sus necesidades y proporcionarles los estímulos que los ayuden, es igual de importante saber cómo dirigirnos a ellos.

Las mujeres solemos ser de mucho hablar. Si queremos algo y ellos no lo hacen les damos un rollo muy largo, como por ejemplo: “… pero hijito, cuando vas a entender, te lo he dicho muchas veces, otra vez lo mismo. Tienes que vestirte rápido si no, no llegaremos a tiempo y mira que te llevo porque tu quieres…..bla, bla, bla”.
Esto es lo primero que tenemos que cambiar con ellos.  Cuantas más palabras les demos, más información auditiva que deberán procesar y es motivo de abrumación y de terminar colapsando. Cuando estén con pataleta, llorando o tristes,  no les hablemos…. sólo abrázalo con fuerza y mécelo un poquito, para ayudarlo a bajar esa ansiedad. No es momento de corregir nada, porque aunque sea un “ya va a pasar”, son palabras que debe procesar. Háganlo en silencio.  Cuando pase la pataleta, no le digas nada de lo sucedido, solo dale un beso y un ya pasó,  pero si lo tendremos presente lo sucedido para anticiparlo la siguiente vez y evitar que detone un episodio complicado.  De igual manera, cuando están cumpliendo alguna indicación que se les ha dado no los carguemos con más palabras. Esperemos que terminen para recién decirles algo.

Al darles instrucciones de cualquier tipo hay que hacerlo de una en una, con pocas palabras, tono suave, sin emitir emoción. Esperar a que lo haga para darle la siguiente indicación. Algo así como: “Saca tus cuadernos”. Una vez realizado, “saca tus útiles”, y así irlo dirigiendo hasta que logre lo que necesitas.  Cuando es algo que ya sabe que debe hacer, pero no lo hace porque le cuesta empezar, sólo pregúntale: “¿Qué te toca hacer?” Y cuando te responda, dale la siguiente indicación: “Hazlo hasta terminar”.

Por sus dificultades atencionales muchas veces sucede que uno los llama y ellos no responden. Uno puede ya no saber cómo llamarlo y más es lo que uno se va molestando y subiendo el tono de voz.  Lo mejor es si a la primera no hizo caso, pararnos y acercarnos a él o ella y tocarlos, el brazo, la cabeza, la pierna, para que reciban el estímulo de nuestra llamada por otra ruta sensoria, por la ruta táctil en lugar de la auditiva. Ahi voltearán y con tranquilidad le dirás lo que querías.   Esto tanto en casa como en clase o donde sea que esté.  Algunas profesoras a veces suben la voz y les llaman la atención por no “obedecer” y no es más que su dificultad sensorial que no le permite escuchar el llamado.

De igual manera, cuando lo anticipes, dale instrucciones claras y simples, muy explícitas y con tono de voz tranquilo. Que tenga claro lo que se espera de él o ella.

Cuando te frustres tu, recuerda que esa frustración es sólo tuya. Toma aire tú, sal de la escena un rato para relajarte y respirar para calmarte y continuar.   Ellos necesitan que nosotros cambiemos algunas formas para ayudarlos a avanzar.

Por temas de ubicación temporal, suelen no manejar el tiempo adecuadamente.  Es de mucha utilidad usar un relojito de tiempo o alarmas en el reloj que le avisen cuando debe hacer tal o cual cosa o volver del recreo a tiempo, en lugar de decírselo verbalmente y que cada vez vuelva a no poder cumplir.

Con ellos es importantísimo la forma en que usamos las palabras, tanto para guíarlos como para que no nos salga el tiro por la culata.  No les preguntes si quiere hacer la tarea. Más bien pregúntale: “Qué tarea quieres hacer antes, comunicación o matemáticas?” No pones en tela de juicio que hará la tarea o lo que le toque hacer, pero le dejas sentir que tiene el control de la situación y esto lo motivará a hacerlo.  Cambia el “si…” por el “cuando…”. Si dices: “Si comes toda tu comida podrás jugar”  dejas a su elección el hecho de si comerá o no. Pero si le dices: “Cuando comas tu comida, podrás jugar”, lo conminas a hacerlo de todas maneras.

Con los chicos con dificultades debemos ser claros y simples. Les favorece mucho la comprensión de lo que les decimos cuando hacemos gráficos y dibujos poniéndole un aspecto visual a nuestras palabras. Así la información llega no solo por el canal auditivo sino también por el visual, favoreciendo la comprensión.   De igual manera, les ayuda el entender el porqué de sus dificultades. Ser claros y sinceros de cómo su funciona su cerebro, que a todos se les hace algo difícil y que a él o ella se le hace difícil tal o cual cosa, pero que usando otras formas igual va a aprender  muy bien y que no por eso es ni más ni menos que nadie. Cuanto más sincera y natural es esta explicación, mejor lo hacen suyo, involucrándose mejor en su propio crecimiento.

Pocas palabras, 
indicaciones concretas, 
tono de voz tranquilo.

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