Aprendiendo las letras por distintas rutas sensoriales



En la publicación anterior planteé la necesidad que tienen las personas con dificultades en el aprendizaje de la lectura y escritura, más conocida como dislexia, de poder interiorizar las letras por distintas rutas sensoriales y no sólo por las vías visual y auditiva.  De esta manera, su cerebro podrá empezar a integrar la información para dar una respuesta adecuada, es decir,  poder leer fluidamente de forma comprensiva, utilizando la lectura para acceder a aprendizajes de otros temas y avanzar.
Planteé también lograr la ubicación espacial de cada una de las letras, en sus distintas versiones, a través del modelado con plastilina.



A fin de utilizar distintos caminos voy a sugerir otras estrategias que deberán ser trabajadas a la par  con la plastilina.  Se deberá elaborar un alfabeto en cerámica en frío, tanto mayúsculas como minúsculas, tanto en imprenta como en cursiva y respetando sus dimensiones para ser trabajadas utilizando la ruta táctil.  Se pedirá al/la  niño/a que con los ojos tapados sea capaz de identificar de qué letra se trata. No necesariamente tiene que estar en la posición correcta, puesto que tiene que lograr ser capaz de identificarla ubicándola en el espacio. Un paso previo a que lo logre sería pedirle que la sujete entre sus manos debajo de la mesa, donde no pueda verla, y escribirle en una pizarra sobre la mesa, tres o cuatro posibles letras, de manera que con la ayuda visual le facilite la tarea.  Pero el objetivo es que sea capaz de identificarlas sin titubear.



La tercera estrategia complementaria es el escribirles con el dedo cierta letra sobre la espalda y que ellos sean capaces de identificar por la ruta propioceptiva de qué letra se trata.  Al igual que en la actividad anterior, se pueden dar pasos previos.  Se les  puede poner delante tres o cuatro letras del alfabeto en cerámica en frío para que tengan una ayuda visual.   También ir recitándoles la forma en que vamos graficando la letra para que ellos a su vez, siguiendo las indicaciones orales la escriban en una pizarra o papel.  Igualmente, la idea final es que logren identificarlas sin ayudas.

   


Una vez logrado lo anterior, se podrá pasar a subir la dificultad, pidiéndoles que escriban con plastilina, sientan al tacto y también por ruta propioceptiva  (lo que le escriban en la espalda) ya no letras, sino sílabas.



Siempre se deberá empezar primero por las vocales para luego continuar con las consonantes.  A medida que vamos introduciendo nuevas consonantes, añadiremos la siguiente actividad lectora.  Escribirle secuencia de sílabas con las letras ya interiorizadas mediante las 3 estrategias antes mencionadas. Pedirle que las lea, haciendo explícita la dirección (de izquierda a derecha). Cuando ya se haya familiarizado con esta lectura, las siguientes prácticas deberán ser hechas tomándoles tiempo. Y en la medida que se avanza el trabajo con una nueva consonante, se preparará una nueva lista, incluyendo todas las combinaciones anteriores ya aprendidas.




Como podrás ver, el material utilizado no es nada del otro mundo y en casa puedes ayudar a tus hijos a avanzar en la lectura si es que encuentran dificultad en ella.  Lo importante es la constancia, establece un horario de 15 o 20 minutos todos los días.  Es más provechosa la práctica en períodos cortos y frecuentes, que largos pocas veces.  Puedes tener también las letras en cerámica en frío en una bolsa no transparente en el auto y cuando haya que conducir tramos largos, tu hijo/a puede aprovechar ese tiempo perdido, jugando a identificar las letras.  Mete la mano a la bolsa y sin sacarla deberá decir su nombre antes de mostrarla.

De igual manera, en clase puedes incluir estas actividades en la enseñanza de la lectoescritura y así asegurar que absolutamente todos  tus alumnos logren avanzar en la lectura, así tengan una dificultad.  Muchas veces la dislexia no se identifica hasta que es mayor, pero si desde el principio incluyes estas actividades que favorecen a todos,  les facilitarás el camino a aquellos a quienes les cuesta. Con frecuencia veo a niños/adolescentes, de 10, 12 o 16 años, que teniendo un buen nivel cognitivo, pudieron crear sus propias estrategias para ir sobrellevando la dificultad lectora y no se hizo evidente en ese momento.  Sin embargo, llegando a cursos más adelantados, cuando los textos y temas se complican, esta dificultad se manifiesta, limitándolos y trayendo mucha frustración.  Si de arranque ponemos énfasis en que aprendan las letras por las distintas rutas sensoriales, estaremos evitándoles a algún porcentaje de nuestros alumnos esta situación.

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