Límites
Cuando me refiero límites no pretendo referirme a que deban “obedecer una orden dada de lo contrario se cumple con lo amenazado” y el adulto siente tener controlada la situación, sino más bien un poner un marco, unos parámetros claros, una clara visión de dónde empiezan las situaciones y dónde terminan, qué se espera del niño ante cada situación, de manera que él o ella pueda en base a estas “fronteras” organizar lo que en ese momento le toca realizar de manera adecuada y sin ansiedad.
Debemos tener siempre presente que el establecer límites es una ayuda y no un castigo, por lo tanto debe ser hecho con cariño y paciencia así como con un tono tranquilo, dando indicaciones claras y concretas, es decir, no dando rodeos (ya sean verbales o visuales) porque lo único que logran es confundirlos. Debemos dejar muy explícito a nuestros hijos o alumnos lo que esperamos de ellos ante una determinada situación. Por ejemplo, si el niño no logra sacar su cuaderno para empezar la actividad, en lugar de decirle, “Fulanito, qué estas esperando, no te das cuenta que ya todos están listos y tu sigues en tu mundo… cuándo será el día…. bla, bla..” obtendrás mejores resultados para ambos si te acercas a él o ella, lo tocas y le indicas con un tono de voz tranquilo pero con autoridad: “Saca tu cuaderno”. De esta manera lo vas limitando, a lo que debe hacer en ese momento, ayudándolo a no perderse en la desorganización de su pensamiento que no sabe por dónde empezar. Igualmente en casa, cuando le damos una indicación muchas veces no quieren hacerla y discuten buscando una salida, pero en ese interín, ya se desorganizaron y con frecuencia pisamos el palito de responderles y entrar a una discusión sobre si deberá o no hacer tal o cual cosa. Respira profundo, deja que termine su reclamo y con tranquilidad y autoridad a la vez indícale con pocas palabras lo que esperas que haga. "Te toca bañarte". De igual manera, debemos evitar transmitir fastidio ni explayarnos, pues esto significa más información que procesar y en lugar de ayudar, dificulta.
El “ponerle límites” a las personas en general va mucho más allá de la simple definición que podríamos dar. Iré paso a paso planteando muchas formas en las que podemos poner límites a nuestros hijos y/o alumnos con dificultades de aprendizaje para irlos ayudando a avanzar.
Cuando veas que está desorientado, distraído o no sabe por dónde continuar, les ayuda que les preguntemos: "Qué te toca hacer?" Si responde lo que le toca hacer, entonces continua con la indicación: "Entonces empieza y no pares hasta terminar". Si no tiene idea, con tranquilidad sólo indícale con pocas palabras lo que esperas que haga: "Termina las sumas".
La anticipación es uno de los límites que más ayuda representa, no sólo a los pequeños sino también a los adolescentes con dificultades en el aprendizaje a saber qué se espera de ellos y estar preparados antes que las situaciones sucedan, enmarcándolos (limitándolos) dentro de lo único posible y a lo que deben poner atención. Entonces, anticipándoles les damos las herramientas para estar preparados para poder controlar lo que sucederá de la mejor forma posible.
Necesitamos poder “leer” a nuestros hijos o alumnos teniendo presente que por un lado suelen tener un pensamiento rígido y literal y por el otro, tienden a tener períodos de atención cortos y que anticipándonos a ellos, les facilitamos el día a día y los ayudamos a avanzar. Ni bien te des cuenta de que el niño está cargándose de ansiedad, es momento de hacer un alto y hacerle explícita la causa de su angustia, para así ayudarlo a limitarla.
La anticipación se puede dar en distintos niveles:
Algunos necesitarán una anticipación simple al comienzo del día de lo que sucederá y ante los cambios en las rutinas (saldrán de vacaciones, habrá una visita, serán días de olimpiadas, etc).
Otros necesitarán una anticipación más detallada y esta ayuda les permitirá sentir que es capaz de manejar la situacion y su nivel de ansiedad se mantenga bajo. Tanto en casa como en la escuela, necesitará tener predictibilidad de las actividades que se realizarán, momentos de estudio, momentos de juego, las salidas, horarios, etc.
Habrá otro grupo para el que la anticipación debe ser más profunda. Por ejemplo, si un niño jugará en el computador, antes de que empiece, se le anticipará, cuándo terminará (con reloj si es preciso), cómo serán los turnos (si está con hermanos o amigos), que estará dispuesto a salir del computador sin quejarse cuando se le indique, que no se hará sólo lo que él quiera, sino que todos pueden participar. En algunos casos hasta es de mucha utilidad anticiparles que también estará preparado para aquellas situaciones que no sabemos que sucederán, que son muy comunes y que por más preparación que uno tenga, igual ocasionan un desborde. De esta manera le ayudamos poco a poco a manejar las situaciones cotidianas.
Los horarios visuales son otra forma de limitarlos y ayudarles a organizarse y planificar. Preparemos este horario con su ayuda, para que no sólo tenga significado para él o ella, sino que sienta que tiene el control y desee seguirlo. Les es de mucha ayuda también el enseñarles a realizar las actividades paso a paso, siendo muy explícitos con los pasos que deberá seguir. De esta manera limitamos su enfoque en ese momento únicamente en lo que debe concentrarse.
Si cuando damos una indicación el niño no hace caso, lo más probable es que no haya recibido el mensaje por la ruta auditiva, para lo cuál lo que mejores resultados dará será el acércate a él, tócarlo y volver a repetir la indicación. Si sigue sin hacer caso, se podría tratar de que no pueda organizarse para hacer lo que le toca, para lo cual necesitará que lo ayudes dándole las indicaciones una a una con pocas palabras, tono tranquilo pero con autoridad. Indícale lo que debe hacer con órdenes claras: “Guarda los cuadernos”, cuando termina de hacer esto le decimos “Saca tu libro de….”, “Saca tu cartuchera”, etc., hasta que lo logre. De esta manera lo estamos limitando a lo que debe hacer liberándolo del desorden que hay en su pensamiento.
Cuando hacen una tarea, muchas veces se distraen y pierden el hilo. Les es de mucha utilidad que les indiquemos haciendo una marca en la hoja, dónde empieza la tarea y donde termina, indicándoles que no hará otra cosa hasta haber terminado. O si es una actividad en casa como tender su cama, le dirás: “Empiezas a estirar la sábana de abajo y no paras hasta haber puesto los cojines sobre el edredón”.
Así mismo, cuando están haciendo ejercicios de matemáticas, por ejemplo, les es de gran ayuda tapar y dejar a la vista sólo aquellos en lo que en ese momento está trabajando, de esta manera lo limitamos únicamente a aquello en lo que su pensamiento debe enfocarse, evitando que reciba mucho estímulo visual y se abrume con tanta información, logrando solamente la desorganización de su pensamiento.
Estos niños necesitan muchísima estructura, es decir, que en todo momento tenga la certeza de lo que pasará, el orden en que se hacen las cosas y el hacer “excepciones” no funciona para ellos, por más felices que puedan parecer por alguna concesión que se le pueda ofrecer, lo único que traen como consecuencia es la desorganización de su pensamiento.
Les cuesta mucho el cambio de rutinas, y esto se puede hacer evidente cada lunes, cuando regresan de vacaciones o cuando se enferman y regresan después de algunos días al colegio o cuando tienen algún curso sólo una o dos veces a la semana y volver a retomar el hilo se les hace muy difícil. Recuérdale antes de salir que deberá regresar, y mejor aún si le indicamos en un calendario cuándo regresará, tachando una fecha cada día.
Usar alarmas, es otra forma de limitarlos, ayudándolos con el aspecto temporal.
En algunos casos estos límites pueden ir hasta marcarle en el cuaderno con rotulador, entre qué líneas y que líneas deberá escribir, porque les cuesta ubicarse espacialmente.
Poner límites requiere de tiempo y paciencia, a veces es más fácil alterar las rutinas que ser consecuentes, sin embargo, los resultados hablarán por sí solos.
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